La ciudad subterránea de los monjes budistas: un refugio en tiempos de guerra y persecución
En las profundidades de la región de Capadocia, en Turquía, se encuentra una ciudad subterránea que durante siglos fue el hogar de los monjes budistas. Esta ciudad, conocida como Derinkuyu, es un complejo de túneles y cámaras que se extienden a más de 85 metros bajo la superficie de la Tierra.
La construcción de Derinkuyu comenzó en el siglo IV a.C. y continuó durante siglos. Los monjes budistas excavaron los túneles y cámaras para protegerse de los invasores y de la persecución religiosa. La ciudad estaba bien equipada para el autoabastecimiento, con graneros, cocinas, cisternas y talleres. También contaba con sistemas de ventilación y de iluminación.
Derinkuyu llegó a albergar a una población de hasta 20.000 personas. La ciudad estaba dividida en varios niveles, cada uno de los cuales tenía sus propias funciones. El nivel más profundo albergaba las cámaras de oración y los dormitorios de los monjes. Los niveles superiores se utilizaban para el almacenamiento de alimentos y agua, así como para la cría de animales.
Derinkuyu fue abandonada en el siglo XIII, cuando la región de Capadocia fue conquistada por los turcos. Sin embargo, la ciudad sigue siendo un testimonio de la ingeniosidad y la determinación de los monjes budistas.
Un refugio en tiempos de guerra
Derinkuyu fue construida en un momento en el que la región de Capadocia estaba constantemente en guerra. Los monjes budistas necesitaban un lugar seguro donde refugiarse de los invasores. La ciudad subterránea les proporcionaba un refugio seguro y protegido.
Derinkuyu estaba bien defendida. Los túneles y cámaras estaban conectados por puertas de piedra que podían cerrarse para bloquear el acceso a la ciudad. La ciudad también contaba con un sistema de ventilación que permitía a los habitantes respirar aire fresco incluso cuando las puertas estaban cerradas.
Un refugio en tiempos de persecución
Los monjes budistas también necesitaban un refugio de la persecución religiosa. La región de Capadocia estaba dominada por el cristianismo, y los budistas eran a menudo perseguidos. La ciudad subterránea les proporcionaba un lugar donde poder practicar su religión libremente.
Derinkuyu estaba bien escondida. Los túneles y cámaras estaban excavados en la roca, lo que los hacía difíciles de encontrar. La ciudad también estaba situada en una zona remota, lo que dificultaba aún más su acceso.
Un legado de ingenio y determinación
Derinkuyu es un legado de la ingeniosidad y la determinación de los monjes budistas. La ciudad subterránea es un testimonio de la capacidad del ser humano para adaptarse a cualquier entorno.
Derinkuyu es un destino turístico popular. Los visitantes pueden explorar los túneles y cámaras de la ciudad y aprender sobre la historia de los monjes budistas. La ciudad es un recordatorio del poder de la fe y la resistencia.